Henry Moore y la escultura biomórfica y humanista
El
biomorfismo es un movimiento artístico que comenzó en el
siglo XX. El arte biomorfista se centra en el poder de la vida natural y
utiliza formas orgánicas, con notas y sin forma vagamente esférica de las
formas de la biología. El biomorfismo tiene conexiones con el surrealismo.
Uno de sus principales
precursores es Henry Moore (1898-1986), a través del
cual estudiaremos este movimiento.
En la carrera de Henry Moore,
los años 30 significarán su período más creativo y experimental. La
abstracción, el avance hacia el biomorfismo,
la distorsión anatómica extrema e incluso algunos aspectos del lenguaje
geométrico constructivista, contribuirán a ampliar los límites de su
pensamiento artístico. Moore participará en la creación de un nuevo espíritu de
innovación en el arte inglés, se considera uno de los escultores ingleses más
importantes del siglo XX.
Henry tiene como principales
influencias el paisaje, el cuerpo y el arte primitivo de los que hablaba con frecuencia. Trabajaba también
la ruina, sobre todo cuando la naturaleza había empezado a actuar sobre ella.
Sin embargo es la forma viva, y en
especial el cuerpo femenino, lo que domina gran parte de su obra. El
elemento vivo de su obra era tan importante para él que señalaba el momento de
creación de la maqueta como el momento en el que la obra cobraba vida.
En sus viajes por Europa se
empapaba de las tendencias artísticas del momento. En cualquier caso su
influencia más poderosa proviene de la escultura de Alberto Giacometti y los dibujos y esculturas de Pablo Picasso.
En la obra de Picasso, Moore
encontrará la reinvención de la figura humana de un modo más variado. La
influencia de Giacometti y Picasso llevará a imaginar la figura humana de un
modo que no había contemplado antes. A partir de este momento el escultor abre
nuevos caminos hacia la experimentación, orientándose hacia una mayor estilización biomórfica de las figuras.
Las pinturas que Picasso
realiza sobre el cuerpo humano convertido en un montón de formas abstractas
separadas, se hará eco en una serie de esculturas de Moore en torno a 1934. Sin
embargo, ambos artistas tienen siempre como punto de partida lo real, la
observación de la naturaleza.
El interés por la escala de
las figuras es otra indicación de la influencia de Picasso. Moore se sentía
atraído por la monumentalidad y afirmaba que las figuras grandiosas en realidad
apenas necesitaban unos centímetros de altura. Para él la reducción de una
forma a su esencia es lo que dota de monumentalidad a la obra, una cualidad que
la naturaleza alcanza por sí misma y que Moore encuentra en guijarros, huesos y
conchas, pero también en los animales y el paisaje.
A pesar de todo es curioso
observar el contraste entre la obra escultórica de Picasso y la de Henry Moore.
Picasso era capaz de crear esculturas a partir de alambre, leña, juguetes...
una obra muy directa, casi bidimensional e ingeniosa. En cambio la obra de
Moore gira invariablemente en torno a la forma de la que nunca se separa
Hace unos años se organizó una exposición de varias obras de Henry Moore, distribuidas en el centro de la ciudad de Sevilla, aquí encontramos una serie de esculturas con formas abstractas de bronce, donde vemos aspectos como la reinvención de la figura humana y aspectos biológicos. .
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