La escultura de Louise Bourgeois
1. ¿QUIÉN ES LOUISE BOURGEOIS?
Louise
Joséphine Bourgeois (1911–2010) nace en París el 25 de
diciembre.
Fue una artista y escultora
francesa nacionalizada estadounidense. Conocida por sus esculturas de arañas,
que le valió el apodo de "Mujer
Araña", es una de las artistas más importantes del arte contemporáneo.
Es reconocida como fundadora
del Arte Confesional, sus trabajos
hacen referencia a la figura humana, y sus fragmentos, expresando temas como la
traición, la ansiedad y la soledad.
Tuvo una infancia difícil
que posteriormente la condicionaría como artista.
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Mujer casa (1994) |
Hacer arte tiene un efecto
curativo, según ella, que entendía el arte como terapia. Louise Bourgeois tuvo
un padre mujeriego que las amaba a todas menos a ella. Estudió matemáticas
porque necesitaba leyes inmutables en su vida y con 18 años esa figura paternal
tan ausente como presente murió. Su padre era galerista que se burlaba del arte
moderno, cosa que hizo precisamente que la artista dejara su carrera matemática
y se volcara en ello, utilizando las infidelidades de su padre como inspiración.
La escultora francesa usó
como herramientas para su trabajo el trauma, los miedos, sus iras… y sus
propios secretos. Se trata de una artista honesta en cuanto a mostrarse a sí
misma. Su trabajo es autobiográfico
e impudoroso que suele impresionar.
Su impulso creativo parecía
encontrarse en sus traumas de la infancia y basó sus temas principales en la
crudeza de las emociones, traducidas en materiales orgánicos como la madera, el
hilo, el papel, etc. y también materiales industriales reciclados como el cristal,
el caucho, bronce, etc. Usó también materiales rechazados por el océano que
ella reciclaba para crear arte.
Como escultora vio que podía
trasladar mágicamente lo inmaterial en materia y siguiendo esa alquimia mezcló
su cóctel de relaciones humanas, maternidad, sexo, represión y dolor.
Explotó la memoria, el sexo,
la inseguridad y el cuerpo femenino como herramientas y materiales para su obra
que iría evolucionando a lo largo del siglo XX. Al final de sus días se refería
a su arte como una secuencia de días y circunstancias relacionadas entre sí, y
dividió su trabajo en tres etapas:
una obra temprana en la que quiso representar “el miedo a caer”, otra en la que ya era consciente de que podía
elaborar “el arte de caer” y la obra
final, que ella denominó “el arte de
aguantar”.
2. La obra de Louise.
Más que ningún otro artista
del siglo veinte, Louise Bourgeois ha producido una obra que se vincula de modo
consistente y profundo con la teoría y la práctica psicoanalíticas. Puede que los surrealistas hayan encontrado una
vía de acceso a la imaginería del sueño y que la espontaneidad del gesto de los
expresionistas abstractos esté ligada al inconsciente, pero el arte de
Bourgeois permite comprender de un modo privilegiado la conexión entre el
proceso creativo y su función drástica.
El arte de Bourgeois representa una contribución original a la investigación
psicoanalítica sobre la formación del símbolo, el inconsciente, la historia
familiar, la identificación materna y paterna, y el cuerpo fragmentado.
A través de la exploración
de materiales, formas y procesos escultóricos, Bourgeois encuentra equivalentes
plásticos de los estados psicológicos y los mecanismos del miedo, la
ambivalencia, la compulsión, la culpa, la agresión y el retraimiento.
Hacer arte era para
Bourgeois una “forma de psicoanálisis”, y encontraba allí una vía de acceso
directo al inconsciente.
La carrera de Bourgeois en
Nueva York comenzó con dos muestras individuales de pintura en 1945 y 1947,
seguidas de tres muestras de escultura en madera e instalaciones ambientales en
1949, 1950 y 1953. No volvería a exponer individualmente hasta 1964, cuando
presentó un innovador conjunto de esculturas abstractas en la famosa Stable
Gallery de Nueva York. Estas figuras seminales de yeso, goma y látex fueron
incluidas en la célebre muestra de Lucy Lippard “Abstracción excéntrica”, exhibida en la Fischbach Gallery de Nueva
York en 1966.
2.1. Las celdas retrato.
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Celda XXVI (2003) |
Atendiendo a su significado
clásico, un retrato muestra el aspecto de una persona concreta. Sin embargo, el
alcance profundo de esa representación no radica únicamente en la apariencia
externa: también debería expresar el carácter y las emociones de esa persona.
Las cabezas cosidas a mano con trozos de telas de las Celdas retrato construidas
ex profeso, funcionan como formas simbólicas que representan sentimientos
humanos elementales; en este sentido, son retratos de estados emocionales. Muchas
de las cabezas están confeccionadas con ropa y mantas de la colección personal
de la artista. El trabajo con telas es característico de la obra tardía de
Bourgeois y evoca su más tierna infancia, cuando observaba cómo su madre cosía
y restauraba tapices.
2.2. Paisaje peligroso.
En Pasaje peligroso (1997),
Bourgeois combina objetos encontrados con sus propias esculturas para presentar
un relato sobre una joven que va atravesando una serie de ritos de paso.
Diversas escenas, que se
inician con un pecho de escayola, se suceden de forma encadenada, como en una
película: sillitas para niños, un pupitre escolar y un columpio nos recuerdan a
la infancia; los huesos de animales conservados en esferas de plástico remiten
al ciclo de la vida y la muerte, a la madre naturaleza y al concepto de
transitoriedad; la silla eléctrica simboliza la culpa y el castigo.
Junto a motivos recurrentes
en la obra de Bourgeois, como una araña de acero, varias esferas de cristal y
espejos, esta Celda incluye un objeto de goma negra que está perforado por
agujas. Tanto las agujas como los hilos hacen referencia al taller de tapices
familiar y a la madre de Bourgeois. Las sillas suspendidas aluden al padre de
la artista, que poseía una colección de sillas que colgaba de las vigas de
madera del desván. La última estancia, en la que se ve a una pareja copulando,
representa el miedo al sexo, que Bourgeois equiparaba con la muerte.
2.3. Arco de histeria.
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Arco de histeria (1993) |
Louise Bourgeois se metió de
lleno en el psicoanálisis durante buena parte de su vida. Y una cosa que tenía
el psicoanálisis era ese interés de Freud en “la mujer histérica”, una mujer
loca que llegaría a tener contorsiones donde el cuerpo se arquearía en el aire.
Ya sea por recuerdos
traumáticos reprimidos o por algún tipo de represión psicosexual, a Louise le
pareció interesante que el cuerpo reaccionara así ante heridas psicológicas y
emocionales. Y si el cuerpo puede, es lógico que lo haga también la escultura.
Bourgeois realizó un molde
de un cuerpo femenino y lo “ahorcó” en el aire, de forma que la escultura
bañada en bronce podía girar, balancearse y vibrar.
Esta mujer sin cabeza lleva
implícita la sexualidad, el miedo o la inseguridad marca de la casa. Se trata
de algo tan femenino y sensual, y a la vez tan doloroso que sería fruto de su
propia autobiografía, como el resto de su obra.
Además para Louise, darle
ese brillo dorado serviría para que el espectador, se viera atrapado dentro de
la figura en plena contorsión.
2.4. MAMÁ
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Mamá de Louise Bourgeois en los exteriores del Museo Guggenheim de Bilbao |
A lo largo de una carrera
que abarcó casi siete décadas, Louise
Bourgeois creó un conjunto de obra
rico y siempre innovador que se entrecruzó con algunos de los principales
movimientos vanguardistas del siglo XX, como el Surrealismo, el Expresionismo
Abstracto y el Posminimalismo,
sin renunciar a su propia visión creativa.
Aunque la obra de Bourgeois abarca
la pintura, el dibujo, el grabado y la performance, la artista es más conocida
por sus esculturas, ya sean íntimas o monumentales, en las que empleó diversos
materiales, como la madera, el bronce, el látex, el mármol y el tejido. Su obra
es muy personal, con frecuentes referencias a una dolorosa infancia marcada por
un padre infiel y una madre cariñosa pero cómplice de la situación, y al mismo
tiempo tiene un carácter universal, ya que encara el reto agridulce de ser un
ser humano.
Mamá (Maman), de casi 9
metros de altura, es una de las esculturas más ambiciosas de Bourgeois y
pertenece a una serie inspirada en la araña, motivo que apareció por primera
vez en varios dibujos realizados por la artista en la década de 1940 y ocupó un
lugar central en su obra durante la década de 1990. Las arañas, que Bourgeois
presenta como un homenaje a su madre, que era tejedora, ponen de manifiesto la
duplicidad de la naturaleza de la maternidad: la madre es protectora y
depredadora al mismo tiempo. La araña utiliza la seda tanto para fabricar el
capullo como para cazar a su presa, así que la maternidad encarna fortaleza y
fragilidad. Estas ambigüedades se ven intensamente reflejadas en esta Mamá
gigantesca, que se sostiene ominosamente sobre unas patas que semejan arcos
góticos y que funcionan al mismo tiempo como jaula y como guarida protectora de
una bolsa llena de huevos que se encuentran peligrosamente adheridos a su abdomen.
La araña provoca pavor y miedo pero su gran altura, sorprendentemente
equilibrada sobre unas ligeras patas, transmite una vulnerabilidad casi
conmovedora.
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