Pareja tomando el sol de Elena Laverón

Mujer recostada (1976)



Elena Laverón




Elena Álvarez Laverón nació en Ceuta (1938), es hija de militar, estuvo sujeto a diferentes traslados que, hasta que ella cumplió quince años, fueron a poblaciones del Protectorado Español en Marruecos. No ha sido casual en su vida haber crecido en esta familia y en esa tierra, donde la atmósfera es clara y limpia, el aire es seco y el sol hace brillar más intensamente los colores que en Elena ha dejado una profunda huella personal.

Elena desde el principio se sintió inclinada a pintar, el ambiente y el paisaje del entorno la absorbían, quería captarlos.
Elena Laverón también sentía afición a modelar y tuvo la oportunidad, en 1954, de entrar de aprendiz en el taller del escultor Backelaine, en Gerona, donde se formó en la talla, especialmente de la piedra. Se acerca al mundo de las formas a través del modelado, y de ahí a la creación de formas en lucha con un material más consistente, arrancándolas de la piedra o la madera por el dominio de la técnica, que le satisface más, aunque no se decantó exclusivamente por la escultura, siguiendo paralelamente el camino de la pintura.

Paralelamente explora otras formas de expresión artística, la cerámica, pues siempre prevaleció su interés por el barro y la materia tras un breve paso por la Escuela Massana.

Maternidad de pie (1957)
En 1963 contrae matrimonio con el Dr. Aser Seara, y vivirá cuatro años en Alemania, que fue fundamental en su formación. Para entonces ya había optado por la escultura, al menos había realizado algunas obras notables que definen dos de sus propuestas temáticas. La “Maternidad de pie” (1957), figura de formas rotundas y suaves líneas curvas, transmitiendo una ternura que aparecerá en muchos temas similares, como las “familias”. La otra opción es la escultura animalista ya que en 1960 realizó “la cabra”, en la que, como ligera referencia a Picasso, destaca la desmaterialización del modelo, la valoración del material como cualidad expresiva y del vacío como elemento fundamental de la forma abierta.

En Málaga monta un taller que le permite superar algunas de las dificultades del proceso escultórico, experimentar con diferentes materiales, siempre la piedra, el mármol, la arenisca, las calizas; también la arcilla y el yeso, como medios para pasar mediante los procesos de fundición, al bronce, alcanzando un notable dominio técnico de los recursos del metal que, desde ahora, será uno de sus medios más expresivos, así como resinas, cemento, piedra artificial, o las mixturas con diversas fibras que permiten otras texturas y acabados más sofisticados. Por otro lado, sus experiencias con la cerámica pueden ser más asiduas al contar con su propio horno.

Entendida la escultura, tradicionalmente, como el arte de dar forma a la materia, la creación artística consistiría en el acto de tallar o modelar esa materia hasta encontrar la forma deseada, pero el artista ha de infundirle algo más. La forma tiene sus propias leyes: armonía, equilibrio, ritmo, volumen, proporción, elementos formales o factores de expresión a los que se debe unir algo más profundo. Y así es, Elena se preocupa por la configuración plástica, se deja llevar por sus ideas e intuiciones, pero sus obras nos ofrecen algo más que una reproducción de la naturaleza, es una evocación de la misma, una reconstrucción imaginativa como principio orientador, pretendiendo transmitirnos su obsesión por la identidad espiritual del hombre.

Laverón se desenvuelve entre dos mundos: la herencia que recibe del pasado, que supone una preocupación por aprender de los grandes maestros, ahondar en su pensamiento, investigar, que es una base estática, y su circunstancia personal, su propia aportación, que introduce un factor dinámico, y está representada por la disposición que muestra la artista para recoger lo heredado, dar nueva configuración a lo recibido, adaptándolo a su propia forma de expresión. En su sistema creativo intenta recoger soluciones idóneas, tanto del pasado como del presente para reunirlas en una forma ideal. Ella no oculta las fuentes en las que bebe; se relaciona con diferentes movimientos, presentando su obra un cierto aire de familia con Moore, Brancusi, Arp, Barbara Hepworh, Aristides Maillol, y aunque sus problemas no son los de ellos, elige determinado tipo de conexiones, pero su estética no es una mera versión de éstos, sino que le interesa el carácter experimental de su obra, la temática, ciertas formalizaciones.





Pareja tomando el sol/ maqueta del monumento al turista de Benalmádena


Esta escultura fue realizada por la escultora malagueña Elena Álvarez Laverón en 1969. La escultura está realizada en piedra caliza. La escultura malagueña ha tenido una importante internacionalización con autores como Elena Laverón, quien con una sólida formación europea ha sabido traducir la fuerza expresiva de sus volúmenes puros a la ordenación urbana mediante el monumento. Fué realizada como homenaje al turismo para ubicarse en Marbella, terminó instalándose en Benalmádena en la década siguiente. La obra confronta la concepción angulosa del varón a las redondeadas formas femeninas.


La escultura que observamos en la imágen es una maqueta del monumento. En el museo de Málaga pudimos localizar esta maqueta.

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