La escultura contemporánea de Anish Kapoor
Anish
Kapoor
Anish Kapoor es un escultor
británico nacido en la India, es uno de los escultores más influyentes de la
época, creando esculturas abstractas con diferentes materiales tales como hormigón, tiza, fibra de vidrio, pigmentos,
piedra, fieltro...ve su trabajo como “encarnaciones de mitologías” refiriéndose
a la manera en que fueron construidas.
Se educó en sus primeros
años en India, Más tarde se muda a Gran Bretaña, Empezó a estudiar Ingeniería
mecánica, pero decidió abandonar la carrera y estudiar arte.
Al final de los años 80 y a
principio de los 90, Kapoor empezó a ser aclamado por sus exploraciones en
materia y no materia. Evocó el vacío en obras escultóricas de pie y en
instalaciones ambiciosas. La mayoría de sus escultoras parecen retroceder a la
distancia, desaparecer en el suelo o distorsionar el espacio a su alrededor. No
fue sino hasta 1987 que comenzó a trabajar en piedra. A principios del siglo
XXI, Kapoor se interesó por la arquitectura, lo cual condujo a que sus obras
crecieran en tamaño y fueran cada vez más ambiciosas.
A continuación veremos
algunas esculturas de Kapoor:
Cloud gate |
Espejo del cielo |
ArcelorMittal Orbit:
Sus primeros años los pasó
estudiando en la Doon School de Bombai y, más tarde, en 1973, se trasladó a
Londres para estudiar en la Chelsea School of Arts and Design. Siendo todavía
estudiante, participó en diferentes concursos y muestras fraguándose ya la
figura de uno de los máximos representantes de la denominada nueva escultura
británica. Son los años en los que el artista experimenta con los pigmentos y
también cuando empieza a crear esculturas abstractas hechas con materiales
naturales como el granito, la piedra caliza, el mármol o el yeso. Surgen así
obras como 1000 Nombres que luego expondría en la Galerie Patrice Alexandre de
París, en 1980, en su primera exposición individual.
Aquí empezó su éxito, engrandecido
después por otros logros obtenidos en diferentes exposiciones en Gran Bretaña y
Estados Unidos. Después llegaron los premios y reconocimientos como el Premio
Duemila al Mejor Artista Joven, por su participación en la 44 Bienal de
Venecia, en 1990, en representación del Reino Unido y, años más tarde en 1991,
el prestigioso Premio Turner.
Durante estos años, Kapoor
realiza algunas de sus obras más representativas como En el centro de las cosas, que se considera obra cumbre de los
conocidos como “vacíos” y que da
paso también a la serie de esculturas que realizaría después en piedra, entre
las que destaca Adam (1988),
considerada una de sus obras fundamentales ya que supone la plasmación de sus
estudios e ideas sobre el espacio, una de las constantes preocupaciones de su
trabajo.
Para él, una obra no debe
guardar marcas de su manufactura o de su proceso de creación; debe ocupar su
propio lugar y tener su propio valor, más allá del artista que la ha hecho,
porque lo que importa es su contemplación.
En los primeros años de la
década de los noventa, el artista parece especialmente interesado en las
dimensiones, en cómo aumentarlas, en cómo incluir al espectador en ellas,
afirmando que: La escala lo es todo en escultura. No temo hacer piezas grandes
pues la enormidad es una de las herramientas de la escultura. Por eso es
importante tener en cuenta el significado y el sentido de una pieza que nos
seduce con su poesía”.
Marsyas (2002) |
Esta búsqueda, esta
inquietud fue evolucionando hasta desembocar en una de sus obras más
representativas, Marsyas. Con ella, el artista juega con la escala humana
haciendo que sus dimensiones hagan imposible verla desde un solo ángulo, de
manera que el espectador deba caminar a su alrededor. Su intenso color rojo y
su nombre, relacionado con la mitología griega, son el aspecto terrenal y, al
mismo tiempo, espiritual de ese juego de contrarios que caracteriza la obra de
este artista.
Anish Kapoor realizará su
primera obra de carácter público en los Estados Unidos, se trata de la Puerta de
las nubes, creada a base de placas de acero inoxidable, muy pulidas, se convierte
en un gigantesco arco que refleja y distorsiona a la vez el entorno en el que
está. Después de esto, su prestigio le lleva a protagonizar numerosas exposiciones
alrededor del mundo.
Y así surgió otra de sus
grandes obras creada para un espacio público, Espejo del cielo, situada en el
Rokefeller Center de Manhattan en 2006. Fueron muchas las interpretaciones que
trataron de definir esta obra como: un espejo que reflejaba el cielo, el cielo
traído a la tierra, pero la realidad era, nuevamente, que el artista volvía a
jugar con el espacio y con la percepción del mismo, a la habitual marabunta de
tráfico y personas se contraponía el espacio de un cielo atrapado en el centro
cóncavo del espejo, mientras en la parte convexa, los transeúntes podían verse
a sí mismos.
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