Manuel Martínez Hugué
Manuel Martínez Hugué
Manuel Martínez Hugué nace
en Barcelona en 1872 y muere en Caldas de montbui, en 1945, fue un pintor y
escultor español, destacado representante del novecentismo catalán de
principios del siglo XX. Su obra puede resumirse como una síntesis de
clasicismo y primitivismo dentro de la modernidad. Es ampliamente citado con el
nombre coloquial de Manolo.
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Mujer acurrucada (1930), realizada en terracota. |
Destacó como escultor,
pintor, diseñador de joyas y poeta. Más desconocido de lo que debería en
nuestro país, Manolo vivió y se relacionó con artistas como Pablo Ruíz Picasso,
Juan Gris o Paco Durrio. Su obra recoge la sensibilidad del noucentismo y
asimila conceptos cubistas, convirtiéndose en una obra figurativa y realista de
gran personalidad.
Muestra de su gran calidad, es que sus obras se muestran en
museos tan prestigiosos como el Moma de Nueva York o el Centro Pompidou de
París.
Su vida bohemia y marginal y
sus visitas al café Els Quatre Gats en Barcelona le valieron la amistad de
Santiago Rusiñol, Joaquín Mir, Isidro Nonell y Pablo Picasso, entre otros
artistas. En 1900 se traslada a París, donde residirá por espacio de diez años.
Allí conoció a Jean Moréas y Guillaume Apollinaire, además de trabajar en el
diseño de joyas y pequeñas piezas de escultura, entre las que destacan La
Llobera.
Impulsado por un marchante,
Hugué se trasladó en 1910 a Céret, donde reunió a un heterogéneo grupo de
artistas entre los que se encontraban Juan Gris, Joaquín Sunyer y el propio
Picasso. En 1917 abandonó Ceret para residir en Caldas de Montbui, donde
falleció en 1945.
Vendimiadora (1927) |
En su última etapa compaginó
la pintura con cuadros como: Paisaje de Ceret (1926) o Vendimiadora (1927), con
la escultura, donde destaca la obra Bacante (1934, Barcelona, Museo de Arte
Moderno), una figura femenina tumbada con diversos puntos de vista según sus
diferentes partes corporales sin que se quiebre la unidad de la figura.
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El violinista Costa |
El violinista Costa es
una típica estatuilla de Hugué que
esquematiza la figura del violinista catalán Francesc Costa, cuyo estilo es
fogoso y desgarrado, y su físico, feo, picado de viruela y despeinado, lo
hacían de él un personaje con gran carácter, que tentó a numerosos artistas
plásticos. La fecha de esta pieza es
desconocida, pero por su estilo podemos situarla, sin duda, en la etapa de
madurez, cuando ya se había reinstalado en Cataluña, donde tendría ocasión de
tratar al violinista.
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