Pájaro en el espacio de Constantin Brancusi




Constantin Brancusi

Constantin Brancusi nace en Rumania en 1876 y muere en París en 1957. Se trata de un escultor rumano. Estudió escultura en la Academia de Bucarest y perfeccionó sus conocimientos en Viena y Munich, antes de establecerse en París, donde entabló amistad con Amedeo Modigliani y Auguste Rodin y desarrolló la mayor parte de su carrera. Tuvo unos comienzos difíciles, durante los cuales pasó penurias y privaciones, pero tras la Primera Guerra Mundial se consagró como uno de los grandes escultores de la vanguardia artística.

Las primeras obras muestran la influencia de Rodin y de los impresionistas, pero a partir de 1907-1908 evoluciona hacia un estilo mucho más personal. Inicia un proceso en el que sus figuras se simplifican y tienden hacia la abstracción. Se interesa por el arte primitivo, por la escultura prehistórica y africana y por las esculturas de Gaugain. Es en este momento cuando inicia El Beso.

Con la eliminación de todos los atributos accesorios, evolucionó progresivamente hacia una mayor esencialidad formal para crear formas puras y elementales. En sus obras, Brancusi buscaba una belleza pura y espiritual, expresada a través de sus figuras favoritas (el pájaro, el huevo, las cabezas femeninas) y resaltada mediante el pulido de los materiales como el bronce, mármol y, ocasionalmente, la madera. Realizó varios viajes a Estados Unidos, donde celebró con éxito exposiciones personales.

Columna sin fin (1938)
En 1937 regresó a Rumania para llevar a cabo algunos encargos, como la Columna sin fin, de casi treinta metros de altura, para el parque público de Tirgu Jiu. Ese mismo año fue a la India para proyectar el Templo de la Meditación, por encargo del maharajá de Indore. Mademoiselle Pogany, El recién nacido y Pájaro en el espacio, tres de sus creaciones más apreciadas, constituyen otras tantas muestras de esa búsqueda de la forma pura que llevó a Brancusi hasta los límites de la abstracción, aunque sin abandonar por completo el figurativismo. En todo caso, su alejamiento de los cánones realistas decimonónicos abrió el camino a la escultura abstracta de artistas como Jean Arp o Henry Moore.

Brancusi murió en París el 16 de marzo de 1957, liberó a la escultura del realismo académico del siglo XIX y preparó el terreno para los escultores abstractos del siglo XX. Por todo ello es una de las figuras fundamentales de la escultura moderna.

SU OBRA:

En el año 1904 se traslada a París y conoce al escultor Auguste Rodin, en 1909 y 1910 trabajó con Amedeo Modigliani.
Musa dormida (1910)
Sus primeras obras exponen la influencia de Rodin y de los impresionistas, aunque desde el año 1908 se aprecia una evolución hacia un estilo más personal. Recibió inspiración de la escultura prehistórica y de la africana.
En 1912 el Salón Oficial de Bucarest le concede el primer premio de escultura y participa en el Salón de los independientes.
En su trabajo sobresalen dos formas: el huevo y el cilindro alargado: La musa dormida (1906, Museo de Arte, Bucarest), Pájaro en el espacio (1919, Museo de Arte Moderno, Nueva York, y en muchas de sus otras versiones) es un cilindro largo y estilizado de metal pulido.
Amedeo Modigliani trabajó en metal, piedra y madera.
En 1952, recibió la nacionalidad francesa. En el mismo año hizo donación de su taller, con casi cien esculturas, al Museo de Arte Moderno de París.


EL BESO



Es la obra maestra en la que Brancusi logra por primera vez el equilibrio perfecto entre fondo y forma, la síntesis de los cuerpos y el bloque en el que están esculpidos.

Son dos figuras abrazadas, que se besan. La unión entre ambas es completa. En la cara destacan los ojos, casi simétricos y la boca, que es la misma para los dos. El pelo es un movimiento de líneas paralelas onduladas, los brazos están pegados a las figuras y el cuerpo solamente es insinuado por la línea que los divide y los une, la misma para ambas.

La textura es tosca, evita el pulido para evidenciar la talla directa y los instrumentos empleados.

Tiene una fuerte influencia del primitivismo en el modo de representar los ojos, la incisión del cuerpo, el cabello ondulado, los brazos, etc.

En El beso no hay elementos anecdóticos o narrativos, ni tampoco hay sentimiento. Brancusi no intenta mostrar el aspecto sentimental de ese beso, ni la dulzura amorosa, ni la pasión de los amantes. No percibimos la fisonomía de los amantes, ni su sexualidad, ni la tensión de sus cuerpos. El rasgo que destaca en esta obra es la unión de dos personas al besarse, que está determinada por el bloque de piedra en el que se representan. Se fundamenta en componentes escultóricos, en aspectos que pertenecen la propia naturaleza de la escultura como son el volumen, la masa, la textura y la sencillez compositiva.

En el beso se aprecia la búsqueda de la esencia y la simplificación de la forma. Representa los valores de la abstracción: falta de descripción o narración y gesto reducido a la mínima expresión.

Brancusi perderá el interés por los motivos singulares a favor del tratamiento del volumen y la masa o la talla directa, que son algunos rasgos que le identifican.



MAIASTRA



Es una pieza muy sencilla formada por tres partes: un soporte con figuras, que son cariátides, sobre ellas, un bloque o un plinto y finalmente la figura del pájaro.

Brancusi juega aquí con el contraste, frente a las figuras inferiores que son toscas y primitivas en su diseño y acabado, el pájaro es compacto, pulido y dinámico, y prescinde de los detalles para mostrar el juego de volúmenes que se desarrollan verticalmente.

El elemento central, casi cúbico, actúa como intermedio entre las figuras inferiores y el ave.

Maiastra irá estilizándose hasta convertirse en El Pájaro, pieza de la que Brancusi hará numerosas interpretaciones. Por ejemplo, en Pájaro en el espacio investigará la esencia del vuelo.

A lo largo de su carrera realizó numerosas versiones de una misma obra en distintos materiales. De la célebre escultura El Beso existe una posterior, fechada en 1938 y titulada Puerta del beso, que forma parte del conjunto escultórico de Tîrgu-Jin, en Rumania, realizado en memoria de los caídos durante la Primera Guerra Mundial. A este proyecto pertenece también Columna sin fin, una colosal escultura de metal pulido de casi treinta metros de altura cuya primera versión en madera data de 1916.


PÁJARO EN EL ESPACIO




Pájaro en el espacio es una de sus obras más representativas. Es la decimoquinta de una serie de variantes de bronce o mármol, basada en este tema que preocupó a Brancusi durante más de tres décadas.

El escultor, alguna vez confesó que desde su infancia se interesó por desentrañar el secreto del vuelo de las aves y, como artista, intentó conseguirlo a través de sus esculturas.
Entre 1919 y 1940 Brancusi realizó 27 esculturas acerca de pájaros durante el vuelo. En esta obra, el escultor no se centró en las características físicas del ave, sino en su movimiento en el espacio. Brancusi sustituyó la imagen real del pájaro por una interpretación artística del concepto de vuelo. Así para representar al ave eliminó alas, patas y plumas, alargó y simplificó el cuerpo, y redujo la cabeza y el pico. Su intención era romper con la realidad objetiva de un pájaro en vuelo para plasmar la impresión visual y emocional que le producía el movimiento de las aves en el espacio.


Para Brancusi fue muy importante enfatizar la naturaleza, las cualidades y las posibilidades de los materiales. Pulió el mármol y el bronce que usó en sus obras hasta la perfección y luego las colocó sobre pedestales burdos, en piedra, madera o mármol. Con ello produjo simultáneamente sensaciones y percepciones contrastantes, suavidad y rugosidad, superficies etéreas luminosas y masas terrenales y sólidas.

En las obras de Brancusi el bronce pulido se convierte en un espejo que refleja el espacio que lo rodea, con lo cual se logra una interacción entre la obra y su espacio.

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